La relación cognoscitiva. El proceso de conocimiento. La verdad
Durante mucho tiempo y hasta en la actualidad la gran mayoría de los historiadores han abandonado la reflexión de las cuestiones teóricas y metodológicas que emplean es sus investigaciones. Estas han venido siendo trabajadas fundamentalmente por filósofos y algunos historiadores. Lo que se plantea en este trabajo es que hay una estrecha relación entre la filosofía y la ciencia histórica (las ciencias), la cual fue negada por los positivistas con su burda separación entre filosofía y las ciencias, lo que para ellos significaba la separación entre lo subjetivo y lo objetivo. Pero todos estos planteamientos de los positivistas de derruyen cuando analizamos la ciencia histórica y nos asombramos (considerado como condición fundamental para filosofar) de las múltiples interpretaciones y explicaciones que ofrecen los historiadores de un mismo hecho histórico, y que al parecer cada nueva generación de historiadores vuelve a reformular su historia. Ahora que es innegable la presencia de la subjetividad en la investigación histórica y el asombro teórico que provoca; podemos afirmar que es indispensable una reflexión filosófica conciente y critica para esclarecer la problemática teórica y metodológica que aqueja particularmente a la ciencia histórica.
1. Los tres modelos del proceso de conocimiento
Se puede distinguir tres modelos fundamentales de la teoría del conocimiento: El primer modelo (teoría mecanicista del reflejo) es mecanicista por que supone que el objeto de conocimiento actúa sobre el aparato perceptivo del sujeto cognoscente. En este modelo el sujeto viene a ser un agente pasivo, contemplativo y receptivo; y el producto del proceso señalado antes (eso que llamamos conocimiento) seria un simple reflejo o copia del objeto. Este modelo es el fundamente teórico de la definición clásica de la verdad, según la cual un juicio es verdadero cuando lo que esta enunciando concuerda con su objeto. Las diferencias en las imágenes percibidas por los distintos sujetos se le atribuyen, simplemente, a las diferencias genéricas y genéticas en los aparatos receptores.
El segundo modelo es idealista y activista; en este predomina el sujeto cognoscente que percibe al objeto como su producción, es decir como una construcción suya. Este modelo da el sustento al más alto relativismo de la verdad, ya que según este cada sujeto construye su propia verdad, por ende no existe una sola verdad, sino muchas verdades y cada sujeto tiene su verdad.
El tercer modelo (teoría modificada del reflejo) propone una relación cognitiva en la cual el objeto y el sujeto tienen una existencia objetiva y real, a la vez que actúan uno sobre el otro. Esta interacción se da en el marco de la práctica social del sujeto que percibe al objeto en y por su actividad. En este sentido el conocimiento es concebido como una actividad constante.
2. La verdad como proceso
Según la perspectiva del autor, tanto el conocimiento como la verdad son procesos que acumulan verdades parciales que la humanidad va estableciendo en las distintas etapas de su desarrollo histórico: ampliando, limitando, superando estas verdades parciales. Tomando en cuenta lo dicho se comprueba que es necesario establecer cuales son las verdades parciales de que dispone una ciencia determinada y examinar como a partir de ellas se progresa hacia una verdad total, es decir absoluta.
Durante mucho tiempo y hasta en la actualidad la gran mayoría de los historiadores han abandonado la reflexión de las cuestiones teóricas y metodológicas que emplean es sus investigaciones. Estas han venido siendo trabajadas fundamentalmente por filósofos y algunos historiadores. Lo que se plantea en este trabajo es que hay una estrecha relación entre la filosofía y la ciencia histórica (las ciencias), la cual fue negada por los positivistas con su burda separación entre filosofía y las ciencias, lo que para ellos significaba la separación entre lo subjetivo y lo objetivo. Pero todos estos planteamientos de los positivistas de derruyen cuando analizamos la ciencia histórica y nos asombramos (considerado como condición fundamental para filosofar) de las múltiples interpretaciones y explicaciones que ofrecen los historiadores de un mismo hecho histórico, y que al parecer cada nueva generación de historiadores vuelve a reformular su historia. Ahora que es innegable la presencia de la subjetividad en la investigación histórica y el asombro teórico que provoca; podemos afirmar que es indispensable una reflexión filosófica conciente y critica para esclarecer la problemática teórica y metodológica que aqueja particularmente a la ciencia histórica.
1. Los tres modelos del proceso de conocimiento
Se puede distinguir tres modelos fundamentales de la teoría del conocimiento: El primer modelo (teoría mecanicista del reflejo) es mecanicista por que supone que el objeto de conocimiento actúa sobre el aparato perceptivo del sujeto cognoscente. En este modelo el sujeto viene a ser un agente pasivo, contemplativo y receptivo; y el producto del proceso señalado antes (eso que llamamos conocimiento) seria un simple reflejo o copia del objeto. Este modelo es el fundamente teórico de la definición clásica de la verdad, según la cual un juicio es verdadero cuando lo que esta enunciando concuerda con su objeto. Las diferencias en las imágenes percibidas por los distintos sujetos se le atribuyen, simplemente, a las diferencias genéricas y genéticas en los aparatos receptores.
El segundo modelo es idealista y activista; en este predomina el sujeto cognoscente que percibe al objeto como su producción, es decir como una construcción suya. Este modelo da el sustento al más alto relativismo de la verdad, ya que según este cada sujeto construye su propia verdad, por ende no existe una sola verdad, sino muchas verdades y cada sujeto tiene su verdad.
El tercer modelo (teoría modificada del reflejo) propone una relación cognitiva en la cual el objeto y el sujeto tienen una existencia objetiva y real, a la vez que actúan uno sobre el otro. Esta interacción se da en el marco de la práctica social del sujeto que percibe al objeto en y por su actividad. En este sentido el conocimiento es concebido como una actividad constante.
2. La verdad como proceso
Según la perspectiva del autor, tanto el conocimiento como la verdad son procesos que acumulan verdades parciales que la humanidad va estableciendo en las distintas etapas de su desarrollo histórico: ampliando, limitando, superando estas verdades parciales. Tomando en cuenta lo dicho se comprueba que es necesario establecer cuales son las verdades parciales de que dispone una ciencia determinada y examinar como a partir de ellas se progresa hacia una verdad total, es decir absoluta.
Excelente análisis de una lectura tan compleja, existe en realidad la verdad? para una ciencia social tan abstracta y con tantas variables como la historia debemos de aceptar que el historiador aspira a una verdad profunda pero nunca absoluta
ResponderEliminarPienso que no hay verdades absolutas.
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